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El pasado 5 de octubre à punt (la nueva televisión valenciana) emitió un magnífico reportaje sobre los niños del exilio donde se habló del Stanbrook, el African Trader y algunos de los niños que tuvieron que huir de la guerra en esos barcos. El reportaje está dirigido por el periodista Vicent G. Devís y puede verse en la web (https://apuntmedia.es/va/a-la-carta/programes/vist-en-tv/punt-docs/05-10-2018-els-bracos-del-capita-dickson) donde también hay material extra.
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El último pasajero del African Trader
Dámaso
Rico se exilió en Argelia con apenas 10 años de edad junto a su madre Esperanza
Rodríguez y su hermano Mariano Rico de 16 años. En España se quedaron atrapados su padre y su hermana pequeña. Su odisea comenzó en Benidorm a
mediados del mes de marzo de 1939 y siguió en una espera de 11 días en el African Trader, después en la prisión de Orán, posteriormente en el Campo de Concentración de Carnnot (para
familias) y finalmente en Ben Chicao. 9 años después su madre pudo traer de la
España de Franco a la hermana de Dámaso, que había sido enclaustrada en un convento.
Después de la II Guerra Mundial se instalaron en la localidad de Blida donde
empezaron una nueva vida. Su testimonio aclara algunos detalles del viaje
del African Trader y el posterior exilio, visto con los ojos de
un niño inquieto que recuerda todo, como si hubiera ocurrido ayer.
–¿Dámaso, cómo viviste los
últimos días de guerra en Benidorm?
–En plena guerra estábamos alerta
todos los días. Que si los fascistas habían entrado a tal sitio, o a otro… Todos los
días venían a bombardearnos. Pasaban sobre la isla de Benidorm, veíamos al que
llamábamos “El Zapatones”, un hidroavión al que seguía una escuadrilla de
Junkers que bombardeaban Alicante.
–¿Y cómo os exiliasteis?
–Aprovechamos un coche militar que
llevaba pescado, lo apalabramos dos o tres días antes de que partiera el barco,
que partió el 19 ó el 18 de marzo. Todo se hizo gracias a gente que conocíamos
y el boca a boca, porque no había ni wassap ni todas estas cosas que hay ahora.
Mi madre lo negociaba todo.
Subimos al barco (African Trader)
con mi madre y mi hermano Mariano, que estuvo después en el desierto [Campos de trabajos forzados].
Porque mi hermana se quedó en Torrecaladó, Murcia, en un colegio de niñas.
–¿Qué recuerdas del barco que os
llevó a Argelia?
–El African Trader era un barco muy
viejo y (el olor) de las bodegas picaba la nariz, porque habían traído trigo y
llevaba carbonilla –polvo de carbón–. El trigo florecía y fermentaba. La
tripulación, me parece que era griega. Dormíamos encima de la chapa del barco
con una manta o lo que traíamos, porque hubo que tirar maletas y todo al agua,
porque no nos dejaban llevar más, porque decían que no iba a haber sitio.
Después iba el barco medio vacío. Dormíamos encima de la chapa que tenía unos
remaches como puños.
–Supongo que las condiciones de
vida en el barco serían difíciles, había poca comida, piojos,…?
–¿Para los piojos? En la ropa
llevábamos alcanfor, en una bolsita de trapo poníamos un poquito de bolas de
alcanfor, (nos lo colgábamos) con un imperdible, porque así los piojos no
venían.
–¿Recuerdas el accidentado viaje
del African Trader?
–Nos salió el Canarias. Íbamos
navegando y de repente salieron unos barcos por el horizonte, por Málaga o un
poco más lejos. Y empezaron a hacer señales de morse (con luces) y los
chiquillos no sabíamos nada, ni los mayores, pero ellos (los tripulantes) sí
sabían. Y el barco empezó a dar media vuelta y 2 fragatas se acercaron, una a
cada lado del barco, nos iban a dirigir para que nos volviéramos otra vez, a
Baleares o a otro sitio, que si no volvíamos nos hundían. La gente estaba
escandalizada, los hombres aterrorizados empezaron a romper papeles,
pasaportes, identidades y a tirarlos al agua, creyendo que nos iban a hundir.
Para nosotros los chiquillos era una aventura.
La tripulación (del African Trader)
eran protectores nuestros. Fueron nuestros protectores. Y nos llevaron
ahí. Nos decían riendo: “Allez espagnols gandula, gandula” Que quiere
decir que os van a dar (los franceses) que había que levantarse y andar por
allí…
El capitán fue muy listo. Se fue
alejando, alejando,... que si una vuelta, que si por aquí, o por allá… y también
empezó a llamar. Vinieron unos barcos de control de Gibraltar, eran los barcos
que cerraban el estrecho de Gibraltar, porque estaba la cosa que iba a estallar
la II Guerra Mundial. Llegaron unos barcos que eran ingleses, pero nosotros no
sabíamos, veíamos los cañones que los ponían enfrente y no sabíamos. Después
nos enteramos. Estábamos en aguas internacionales, nos acompañaron un poco más
lejos. Y (los barcos del bando franquista) se tuvieron que marchar. El Canarias, sobre todo me acuerdo del Canarias.
Vimos Orán. ¡Tierra! ¡tierra! Es
muy parecido a Alicante. Hay también un castillo grande. Castillo de Santa
Bárbara. No nos dejaron entrar en el puerto. Echaron las anclas y vinieron (la autoridad portuaria) porque las querían cortar con soplete y dejarnos a la deriva. Porque también
nos rechazaron. Nos dejaron fuera. Estuvimos 11 días en el barco. Y a
los 11 días cogieron a las mujeres y a los niños, y nos llevaron a la prisión
civil de Orán en camiones. Con Senegaleses, que eran soldados, con la cara
cortada (en vez de tatuajes se hacían cortes). Las gentes del SEPA, les
dan un (fusil) y lo que les dicen, lo hacen.
–El African Trader estuvo mes y
medio en la rada del puerto ¿Cómo fue el desembarco?
Bajamos del barco por la
escala (del remolcador). Mujeres, niños,… como podíamos poníamos un
pie en tierra y el otro en el camión. Y del camión a la prisión civil. Una prisión
vieja, rota, desafectada, no tenía techo… Nosotros los chiquillos, lo que digo
siempre: a jugar a manos arriba, a esto, lo otro.
Bajamos por una escalerilla
lateral, de esas que se mueven, que están con cuerdas, colgadas al lado del
barco. Se movía por todas partes. Subimos a unos camiones que estaban
reculados con lonas, de la aviación de Francia… Llegamos a la prisión de Orán y
nos dicen “a desembarcar”. Al entrar allí con una maquinilla (nos cortan) el pelo al cero.
Todos. Mujeres y niños. Los hombres se quedaron en el barco. Nos daban una
pellada de jabón de pasta, como pomada, negra encima de la cabeza nos la
pegaban y: “a la ducha”. Había dos o tres hombres con uniforme como de falange
que pinchaban a uno y a otro con la misma aguja. Y a las mujeres lo mismo. La
ducha era como un pasillo con un tubo arriba con muchos agujeros, como los
lavacoches, y salimos por el otro lado, había 2 que eran como los jefes con un
montón de ropa, como la que hay aquí de Cáritas. A mí y a otro nos vistieron de
chica.
–Estabais junto al Stanbrook y
el Lezardieu en el puerto de Orán, esperando a que os dejasen desembarcar ¿Qué
recuerdas de los días que estuviste en el barco?
Vimos que venían muchas barcas
alrededor del barco. A vendernos cosas, con una cuerda y una cesta y no había
dinero. (Pedían) pesetas de plata. Si tenías una peseta de plata podías comprar
algo: un pan,… Y otros venían a ver y cobraban a la gente por venir a remo
alrededor del barco para enseñarles que iban a venir “los rojos”.
También con 4 ó 5 sombreros de paja
metidos unos encima de otros, los cogían y tiraban de una cuerda con ganchos
para que repartiéramos hasta a quien le llegara. Igual estábamos 100 ó 200 y
solo había 3 sombreros.
Había un chico que era periodista y
se tiró de la chimenea (del Stanbrook) a la chapa del barco y se mató.
–Muchos pasajeros cuentan que
tuvieron que pagar por embarcarse en alguno de estos barcos ingleses, ¿Tu
familia tuvo que pagar?
–Pagamos 500 pesetas. Mi madre pagó
500 pesetas el día de antes. Unos días antes lo habían negociado. Creo que fue
en la Casa del Pueblo de Alicante. Sé que fue mi madre.
–¿Vuestro destino era Argelia?
–El objetivo del viaje era México.
Íbamos a donde pudiéramos, era salir de allí y el rumbo era México, o Colombia.
Mi madre se había comunicado por escrito con un embajador. México iba a recoger
a muchos refugiados.
–¿Cómo conseguisteis la
documentación?
–Esto empezó en Benidorm, en la
alcaldía. Se llamaba Roig el alcalde de ese momento. Ahí hacían todo eso
(documentación). Porque nos íbamos a ir 2 ó 3 días antes en un barco de pescar
merluza, pero se rajaron. Nos íbamos los comprometidos, el alcalde,… gente que
sabía que si (los franquistas) llegaban les fusilaban. Pero falló (el pesquero)
y las mismas personas se organizaron, negociaron... En Benidorm.
–¿Cómo fue la salida de la
prisión de Orán?
–Fuimos a una colonia de
vacaciones, tenía estadio de fútbol, era donde pasaban las vacaciones los
chicos franceses, que también gestionaron los maestros. Pero ahí hubo lío y mi
madre y las otras dijeron que no. Que si no iban todos no iba ninguno.
–¿Y adónde os llevaron?
–Pues venían de repente, sin
saber nosotros nada. Habían dado la orden los que dirigían los campos. “Allez”
“Vaciad las colchonetas” y todos a vaciar las colchonetas. Y ya nos olíamos
algo. Íbamos andando o nos llevaban en camiones a un tren, pero un tren para
borregos, y no sabíamos adónde íbamos. Viajábamos toda la noche y se paraba en
una estación y se quedaba parado (el tren) varias horas en una estación. Y los
soldados senegaleses alrededor para que no escapáramos. Y después resulta que
llegamos a un sitio y a andar otra vez, siempre con los senegaleses con las
bayonetas caladas, no nos dejaban. Llegamos ahí (Campo de Concentración
de Carnnot) y había unos barracones de madera. Cabía 14 o 15 en cada barracón.
Habían traído con un camión hojas de maíz, era con lo que llenábamos las colchonetas,
o con paja.
Estuvimos poco tiempo. Un día
vienen otra vez y nos dicen “Allez, recoged todo que nos vamos otra vez” , a
Ben Chicao, en invierno, en plena nieve, en la Cabilia. Aquello había sido una
granja parada, abandonada, desafectada.
Estuvimos 3 años, yo tenía 13
años, luego nos soltaron en Blida, cuando acabó la guerra.
Mi hermana estaba en España. La recuperamos 9 años después. Ahora
vive en Niza.
David Coronado
David Coronado
¿Mercenarios o héroes?
Muchos historiadores y exiliados han escrito sobre el
capitán del Stanbrook y la proeza de haber llenado hasta la bandera su pequeño
vapor con más de tres mil refugiados de Alicante a Orán a finales de marzo de
1939. Otros capitanes hicieron cosas parecidas aquellos días al acabar la
guerra y un par de años antes al evacuar el norte de España cuando fue tomada
por los sublevados. ¿Hasta qué punto se les puede considerar héroes que se
jugaron el pellejo por salvar vidas, o simples profesionales que cumplieron las
órdenes de las navieras que habían hecho negocio en tiempos de guerra?
Como argumento principal que respaldaría
el carácter mercenario de sus acciones está el hecho de que mercantes como el
Stanbrook, el African Trader, el Lezardrieux, el Ronwyn, etc. hicieron negocio
trabajando para la República
española. Las tripulaciones ganaban un plus por el
riesgo que suponía navegar en plena guerra, y ante la petición de las
autoridades republicanas o la federación socialista de Alicante de transportar refugiados no se negaron. Fueron profesionales. Y cobraron lo
suyo. También sabemos que algunos capitanes como el del Stanhope, el African Trader, el Stanbrook, y el del Ronwyn cobraron, como explica el pasajero Gerardo Bernabeu, cincuenta pesetas de plata por cada pasajero, o Dámaso Rico.
Pero, ¿explica esto que todos aquellos capitanes cobrasen a los refugiados o actuaran simplemente para cumplir órdenes y
cobrar su salario? ¿Tenían alguna simpatía o estaban comprometidos con la causa republicana en algún
grado? ¿Se puede generalizar y afirmar que lo que hicieron fue sólo por dinero?
En aquellos años de guerra en España y en
pleno ambiente prebélico en Gran Bretaña, el trabajar bajo el hostigamiento de
la aviación y submarinos italianos y alemanes y los buques de Franco, hace
suponer que no tuvieran una gran simpatía hacia los sublevados pues les hacían la vida imposible. Muchos mercantes habían sido abordados y atacados como el Stanwell en Tarragona. La situación llegó al límite con la captura del Stangrove (mercante de la misma compañía que
el Stanbrook) que acabó con la tripulación detenida, el buque destrozado, y su capitán muerto. Algunos capitanes habían sido torpedeados por submarinos alemanes y habían sobrevivido a naufragios en la primera guerra mundial como el capitán T. B. Greenhalgh, y como asegura el escritor Rafael Torres, el capitán A. Dickson.
También se podría aventurar que el fin de la República suponía para
estas navieras la pérdida de su cliente y socio principal y que ante un último encargo lleno de riesgos, como era recoger a miles de refugiados con los puertos bloqueados, lo mejor
sería regresar a casa y evitar perder otro buque. Pero sabemos que no lo
hicieron. Y no fueron fríamente "profesionales". Los últimos días de marzo los mercantes británicos hicieron todo lo posible para rescatar republicanos: esperaron cerca de los
puertos para aprovechar despistes, o que los barcos del bloqueo se averiasen. O
se la jugaban cuando aparecía la aviación italiana o había mala mar para entrar
o salir de los puertos. De la misma forma cuando eran perseguidos en alta mar
se resistieron, no se dejaron capturar y que se llevasen detenidos a los
republicanos que se exiliaban y quitarse el problema de encima. Si por ejemplo
al African Trader le ordenaron dirigirse a la base de Cádiz, el capitán pidió
auxilio y puso rumbo a Gibaraltar donde hubiera buscado refugio. Finalmente fue
socorrido por un buque de guerra británico que salió del peñón. Y si un buque franquista disparaba
a algún mercante británico, no se arrugaban ni se dejaban capturar situándose en
una posición neutral o equidistante. Incluso con el el Stanbrook con la línea de
flotación muy hundida, escorado peligrosamente a babor, el capitán dio un rodeo para
evitar al Cervera y al Canarias y los submarinos que rondaban aquellas aguas.
Otro argumento a favor de estos capitanes
es que dentro de su discrecionalidad llenaron sus mercantes, ¿todos?
No. No todos. Existe la excepción que confirma la regla. El capitán del Maritime
que estaba con el Stanbrook en el puerto de Alicante la misma noche, sólo permitió que
embarcasen 32 pasajeros (altos funcionarios y políticos del régimen) en vez de
varios miles que podía haber acomodado en su enorme cubierta, cumplió la orden en los términos que dictó su
conciencia. Fue el único caso. También se cuenta que el capitán Dickson no hizo caso de su armador Jack Billmeir y llenó el Stanbrook de refugiados.
Tampoco la remuneración de los capitanes
y su tripulación es un argumento que refuerce el carácter mercenario de estos
capitanes. En el caso del capitán Dickson, según Rodolfo Llopis, se le prometió
unos doscientos francos. Salario normal para un capitán mercante, poco si se
tiene en cuenta la odisea del viaje y la llegada a Orán. Sobre si cobraba a los
pasajeros que subieron a este barco hay testimonios que lo afirman, el de Antonio
Marcos Botella, que en su libro “La odisea del Stanbrook” cuenta que a él y a sus
compañeros les pidieron 20 duros de plata. Otro testimonio es el de Ricardo Serna que afirma que pagó 200 pesetas, pero no a la tripulación, sino en la sede de un partido político: Izquierda Republicana. Seguramente los primeros que embarcaron al Stanbrook habían pagado su "pasaje" y les estarían esperando de forma ordenada. Lo sorprendente es que una vez embarcados estos pasajeros, el capitán Dickson al ver aquellas dos mil y pico personas desamparadas, sin otro medio de huida, algunos suicidios, la aviación italiana que se acercaba, etc, diera un paso y cambiara de parecer. Es en ese momento en el que salió el héroe que reivindicamos, pues por su cuenta y riesgo dio la orden de llenar su carbonero hasta la bandera y vaciar el muelle. Es esta mayoría de personas, las que no pagaron por subir y que pudieron salvar la vida, las que siempre se han referido al capitán del Stanbrook como un héroe.
Telegrama que informa de la captura del Stangrove
¿Qué tipo de personas eran aquellos marinos?
Sabemos que algunos capitanes cobraron a los refugiados que huían, y una cantidad elevada de dinero, pero generalizar y decir que todos hicieron lo mismo no es justo, hay testimonios que muestran lo contrario.
¿Qué tipo de personas eran aquellos marinos?
Sabemos que algunos capitanes cobraron a los refugiados que huían, y una cantidad elevada de dinero, pero generalizar y decir que todos hicieron lo mismo no es justo, hay testimonios que muestran lo contrario.
Conocemos
el testimonio del capitán Wheler Bush del buque de guerra Devonshire que
al poco de zarpar de Mahón con refugiados, tuvo que rescatar a algunos desesperados que llegaron tarde y se lanzaban
al mar para nadar hasta ellos: “Fue una horrible visión, siendo un verdadero
milagro que ninguno de ellos pereciera ahogado. Tuvimos que bajar la escalerilla
para subirlos a bordo” (sic)
El consejero de la Marina escribió una emotiva carta de agradecimiento en nombre de la República al capitán T. B. Greenhalgh del Stanbridge, que en agosto de 1937 en el puerto de Gijón sufrió un bombardeo mientras descargaba gasolina de su petrolero. El barco milagrosamente no se perdió pero sufrió muchos daños. Poco después evacuo a un millar de personas, la mayoría mujeres y niños a La Pallice (Francia). Vio como otro barco con refugiados fue capturado. Era veterano de la Gran guerra, había sufrido un naufragio pero lo que vio aquellos días según sus palabras: le horrorizó.
También está el caso del capitán William Richards, un viejo lobo de mar de casi setenta años que se negó a abandonar su barco. Su tripulación fue detenida y según la autopsia murió por una conmoción cerebral tras chocar el Stangrove contra las rocas del puerto de Palma de Mallorca, un día de temporal y tras estar quince días detenido, incomunicado y sin carbón para gobernar el buque. No portaba refugiados aquel día de febrero tan sólo había entrado en aguas que las autoridades franquistas consideraban de su jurisdicción. Seguramente se la tendrían jurada. Se resistió a que lo abordaran y a abandonar el barco. Cuando le dejaron marcharse su tripulación subió a bordo y se lo encontró muerto en su camarote. El asunto llegó al parlamento británico y provocó un acalorado debate y la queja del Foreing office al gobierno de Burgos.
También está el caso del capitán William Richards, un viejo lobo de mar de casi setenta años que se negó a abandonar su barco. Su tripulación fue detenida y según la autopsia murió por una conmoción cerebral tras chocar el Stangrove contra las rocas del puerto de Palma de Mallorca, un día de temporal y tras estar quince días detenido, incomunicado y sin carbón para gobernar el buque. No portaba refugiados aquel día de febrero tan sólo había entrado en aguas que las autoridades franquistas consideraban de su jurisdicción. Seguramente se la tendrían jurada. Se resistió a que lo abordaran y a abandonar el barco. Cuando le dejaron marcharse su tripulación subió a bordo y se lo encontró muerto en su camarote. El asunto llegó al parlamento británico y provocó un acalorado debate y la queja del Foreing office al gobierno de Burgos.
El también galés, el capitán del
Stanbrook Archibald Dickson escribió una carta al diario “Sunday Dispatch” (*el original de la carta está disponible en el enlace de wikipedia, por ejemplo)) explicando su situación en Orán tras evacuar a los refugiados españoles. Su redacción
refleja a un hombre conmocionado por la avalancha de refugiados que
se encontró en el puerto de Alicante, parece un hombre honesto y de gran
humanidad, que igual hubiera evacuado a refugiados del otro bando si hubieran
estado en peligro. Sus palabras no están teñidas por ninguna filiación
política, tan sólo parece un hombre bueno. Podría haberse
negado a hacer el viaje alegando que había un bloqueo en el puerto, o llevarse solo a
cincuenta, o doscientas personas junto a las mercancías que había en el muelle
(lentejas, naranjas y azafrán) y cumplir con el encargo, pero vio algo que le conmovió y le convenció. También sabía cómo las gastaban los que habían ganado la guerra, así que si tenía
dudas, que las habría tenido (incluso dice que intentó viajar a Madrid para
consultar a su armador), decidió llenar su pequeño vapor de refugiados, vació
el muelle y unos minutos antes de que llegasen unos aviones a bombardear
Alicante zarpó, jugándose la vida en un viaje casi suicida.
Cuenta García Margalejo en sus memorias que megáfono en mano en
un mal español intentaba tranquilizar a los refugiados apiñados en el
muelle: “¡Calma, calma! Yo prometer no dejar nadie en el muelle… ¡yo cumplir!"
Si hubiera sido un simple mercenario, ni
hubiera entrado al puerto, ni se hubiera molestado en escribir aquella carta,
ni menos en esos términos, ni hubiera cargado el barco hasta el límite de su
flotabilidad, Rodolfo Llopis lo hubiera dejado escrito o denunciado en el
congreso celebrado en julio de ese mismo año en Orán, o los pasajeros que han
publicado su testimonio lo hubieran dicho.
De todas formas, a estas alturas ¿importan mucho las
dudas sobre estos marinos?
El Stanbrook, fue el último mercante, cargado como una patera, sus pasajeros representaban a toda la sociedad republicana, su
accidentado viaje, la pesadilla de la cuarentena (que nos recuerda la leyenda del holandés errante) y su hundimiento por un submarino alemán pocos meses después,.. Todo, hacen
de él un mito y a su capitán un héroe. Y cuando algo se convierte en un mito, o un hombre corriente en un héroe, es difícil argumentar o
añadir algo que lo cuestione o minimice. Puede que existan dudas o sombras sobre
el capitán Dickson, o los otros capitanes, como plantean algunos
investigadores, o como les calificaba la prensa de extrema derecha alemana y francesa de la época, que sin tapujos les denominaba "Piratas modernos". Es bueno replantearse las cosas e investigar, no dar por bueno
nada, y acudir a las fuentes originales. Pero cuando algo o alguien se convierte en mito los historiadores e
investigadores se quedan a un lado, (aunque tuvieran razón), y el mito pasa a
formar parte de la memoria colectiva, la literatura, el cine, y las historias
que cuentan los padres a sus hijos... La guerra de España es nuestra guerra de
Troya, como el western es el género épico de la conquista del
oeste americano. Todavía no han eclosionado las novelas, poemas, leyendas, ni
películas que narrarán lo que nos pasó entonces. Está por venir.
A los que se quejan de que hay demasiadas
novelas o películas sobre nuestra guerra, tan sólo decirles que lo visto y
leído hasta ahora sólo ha sido un aperitivo. Han pasado los años necesarios, ya
han muerto los protagonistas, vivimos el tiempo en el que se están forjando los
mitos y los héroes de aquel episodio de nuestra historia. Como por ejemplo el mito del capitán Dickson. Y es que tanto Dickson, como W. Richard, Bartlet, Wheler Bush o
tantos otros, eran hombres corrientes que hicieron cosas extraordinarias en
tiempos extraordinarios.
David Coronado
El Stanbrook atracando en Orán, y el capitán Archibal Dickson en el Stanbrook.
* http://web.archive.org/web/20160313045155/http://elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/200904/01/internacional/20090401elpepuint_1_Pes_PDF.doc
* http://web.archive.org/web/20160313045155/http://elpais.com/elpaismedia/ultimahora/media/200904/01/internacional/20090401elpepuint_1_Pes_PDF.doc
El bloqueo de los últimos puertos republicanos
Marzo de 1939.
Marzo de 1939.
Mientras Rodolfo Llopis intentaba organizar la huida de los cuadros y responsables del partido socialista utilizando los mercantes británicos, los ciudadanos extranjeros iban regresando a sus países de origen empleando buques de guerra franceses y británicos. Por otra parte muchos particulares intentaban salvar el pellejo en botes, lanchas y embarcaciones de pesca. Mientras, el coronel Casado y la Junta de Defensa negociaban con Franco, entre otras cuestiones, que los republicanos que quisieran pudieran salir de España con garantías y de forma más o menos organizada.
Pero de nada sirvieron las buenas intenciones de Casado de pactar la rendición y dar por acabada la guerra. Franco prefirió aplastar a los republicanos aun habiendo claudicado estos y estar en retirada. Ordenó bloquear los puertos del mediterráneo (para que no escapara nadie) con los buques: Cantábrico, Teruel, Melilla, Canarias, Júpiter, Velasco Ceuta, Marte, Vulcano,... frente a los principales puertos: Valencia, Gandía, Denia, Alicante, Cartagena, Águilas, etc.
El Canarias y el Cervera en la costa andaluza en pleno bloqueo
En el mes de marzo de 1939 los mercantes que se disponían a recoger republicanos y llevarlos principalmente a Argelia, tenían que burlar la flota de Franco aprovechando cualquier despiste, avería o incluso el mal tiempo, y aprovechar también la escolta que algunos buques de guerra británicos como el Penélope o el Galatea, y franceses como el Tigre les podían dispensar. Estos buques escolta que patrullaban la costa valenciana y murciana fueron su única defensa, pues la flota republicana había huido a Bizerza (Túnez) unas semanas antes. Estos buques escolta actuaron incluso unos días después de que se disolviera el Comité de No-intervención salvando a muchos mercantes del hostigamiento de los buques de Franco, que atacaban incluso pasadas las 3 millas de aguas jurisdiccionales (llegaron a capturar al Stangrove en febrero de 1939. Murió su capitán William Richard).
Así por ejemplo el 21 de marzo el Lezardrieux cargado con unos quinientos refugiados aprovechó que el buque franquista que vigilaba el puerto estuviera averiado para zarpar del puerto de Valencia. Después fue perseguido durante seis horas por el Cantábrico (con disparos incluidos) hasta que el Penélope le hizo desistir. Algo parecido le ocurrió al Stancor que fue salvado por el Galatea antes de que llegase el destructor Teruel, o el Seabank, que fue salvado por el Penélope. Otros barcos, como el pesquero Peñon de Ifach, no tuvo tanta suerte, fue interceptado y llevado a Ibiza.
Casado desde Valencia consciente de su fracaso intentó reunir el mayor número de barcos en Alicante para salvar a todos los que se habían significado por defender la República, pero ya era tarde, poco pudo hacer además de salvar el pellejo. La nueva consigna era evacuar al mayor número de personas posible, así el día 25 Rodolfo Llopis desde Orán envió al Stanbrook a Alicante para que trajera a todos los republicanos que pudiera sin importar su filiación política. Los italianos estaban bombardeando la ciudad y el Vulcano bloqueaba el puerto. El capitán Dickson aprovechó que el Vulcano estaba echando de la zona a un mercante francés para entrar en el puerto recién bombardeado, y que tras tres años de guerra albergaba en su fondo decenas de barcos hundidos. El African Trader fue escoltado por el Imogen entre Palma y Valencia cuando fue interceptado por la aviación, y unos días después, a mediados de marzo también aprovechó las distracciones del bloqueo pues el Marte se averió y tuvo que partir para Ibiza a que lo reparasen. Salió de Alicante entre la noche del 19 y el 20 de marzo con muy mala mar, el momento exacto varía según los testimonios, así como la cantidad de refugiados que abarrotaban su cubierta. Fue perseguido en alta mar por un buque que le ordenó que pusiera rumbo a Cádiz donde serían hechos prisioneros, llegaron al mar de Alborán y su capitán pidió auxilio por radio. De Gibraltar salió un destructor a socorrerlo y por fin pudo poner rumbo a Orán.
Las escaramuzas de este tipo se sucedieron con casi todos los barcos que huían, así el Stanbrook zarpó a medianoche del 29 cuando llegaron unos aviones a bombardear por enésima vez un Alicante derrotado, el último palmo de tierra de la República, unas bombas cayeron en la posición donde acababa de estar el Stanbrook. Para evitar los buques que bloqueaban la zona puso rumbo norte y luego rumbo este, hacia Mallorca, dando un rodeo que hizo que el viaje durase 22 horas, más del doble de lo habitual.
El bloqueo decretado el 8 de marzo por el gobierno de Burgos fue un fracaso, los buques de guerra de Franco eran pocos y sufrían muchas averías, aun así, de aquella desbandada de barcos de todo tipo seguramente hubo naufragios y rescates de los que apenas se sabe nada, como aquellos dos mallorquines que al acabar la guerra cogieron un bote de remos y pusieron rumbo a Argel y fueron rescatados por un vapor francés. Pero también fue un gran fracaso la huida. El intento ingenuo de pactar el fin de la guerra se convirtió en la entrega a cambio de nada del territorio que controlaba la República, abandonar a los que habían luchado, y el comienzo de la represión. Solo unos treinta mil republicanos pudieron exiliarse en los últimos meses a Argelia. En los puertos valencianos quedaron atrapados otros tantos que fueron llegando los últimos días de marzo esperando unos barcos que no llegarían. Abandonados a su suerte, les esperaban fusilamientos, campos de concentración, trabajos forzados, represión, o con suerte, una larga condena.
Imagen de republicanos embarcados en 1937 en Gijón con destino Francia, y cuatro de los buques de guerra que escoltaron y ayudaron a los mercantes británicos a evacuar republicanos en 1939.
El HMS Galatea (G. B.) que además embarcó al coronel Casado.
El Tigre (Francia)
![]() El HMS Penelope (G. B.) |
![]() |
El HMS Imogen (G.B.) que escoltó al African Trader
Cómo empezó la evacuación al norte de África
El 28 de enero de 1939 en Figueras se reunieron una serie de
diputados afines a Largo Caballero con Rodolfo Llopis para definir y empezar a
organizar la evacuación de los cuadros del partido socialista y los republicanos más comprometidos, que habían
quedado atrapados en la llamada zona centro-sur, ante el inminente y fatídico
final de la guerra. El 9 de febrero Llopis se reunió en París con José Calviño,
Jefe de la Oficina Técnica Española, que quedó en enviar dos barcos a Alicante
y los fondos para conseguir más barcos y organizar la acogida en Argelia. A los
pocos días Llopis se entrevistó en Orán, junto al diputado francés Maruis
Dubois, con las autoridades oranesas para que fueran favorables a acoger a los
españoles que en breve pedirían asilo en Argelia. Y organizó con ayuda de la
CGT y la Federación Sindical
Internacional una oficina en los locales de la SFIO (Sección francesa de la Internacional obrera), donde empezaron a
funcionar con donativos de estas organizaciones y de la población local. Pues
todavía no había llegado el dinero de París ni el azafrán que las distintas
agrupaciones estaban reuniendo para conseguir más fondos para la evacuación.
En los primeros días de marzo fue cuando empezó a llegar en
mayor cantidad barcos a Orán. Algunos eran veleros o pequeñas embarcaciones con
pocos españoles, otros eran buques mercantes que no llevan más de cuarenta o
sesenta personas como el Burrengton Canle o el
African Explorer. Todo cambió cuando el
día 21 llegó desde Alicante el African
Trader con 859 personas (cifra que se eleva a 1.250 según otras fuentes). Las
autoridades alarmadas impidieron que entrase el barco en el puerto e incluso
amenazaron con romper las amarras y remolcarlo fuera de la rada. Los españoles
ante el temor de no poder pedir asilo e ir vagando de puerto en puerto, o incluso tener que regresar a España, sabotearon el motor del barco.
Rodolfo Llopis y el diputado socialista
francés Marius Dubois negociaron con las autoridades y consiguieron del
Prefecto, después de varios días de tiras y aflojas, que pudieran desembarcar mujeres,
niños y una parte del pasaje. Sin embargo en medio de la rada del puerto quedaron
atrapados 272 republicanos durante más de un mes. A partir del día 25 envían más barcos a Alicante para evacuar a todos los republicanos que pudiesen sin importar si eran de uno u otro partido político.
Desde el African Trader vieron llegar al resto de embarcaciones como el
Stanbrook, o el Lezardieux que también corrieron la misma suerte, pues tuvieron
que sufrir una cuarentena encerrados en los barcos sin apenas alimentos, en
unas condiciones deplorables, y sin la más mínima consideración como refugiados
que eran. En esos días las autoridades francesas negociaron con las de Londres que los barcos con matrícula británica atracasen en Malta o Gibraltar. No lo consiguieron.
Mientras tanto en Valencia en los últimos días de marzo desde el Consejo Nacional de Defensa se había intentado organizar la evacuación de miles de republicanos que huían en desbandada. Fracasaron. Las promesas del coronel Casado de que Franco le había prometido que dejarían exiliarse a quien quisiera fueron mentira o una tomadura de pelo. Los que pudieron a título particular huyeron en barcas de pesca, veleros o lanchas, cualquier cosa que flotase servía. También el partido comunista trajo de Francia el Lezardieux.
La mayoría de los pasajeros del African Trader creían que el barco les
llevaría a México donde podrían iniciar una nueva vida en un país libre y
quizás en poco tiempo la dictadura del General Franco acabaría y podrían
regresar a España donde muchos habían dejado a su familia, su trabajo, su casa…
Nada más lejos de la realidad. Les esperaba la Argelia colonial que tras
impedir que desembarcasen o viajasen a otro país, los recluyó a la mayoría en campos
de concentración, luego tras el armisticio con la Alemania de Hitler muchos
fueron llevados a campos de trabajos forzados o de castigo. Los que
sobrevivieron tuvieron que integrarse en un largo y duro exilio.
Relación de las militantes del Psoe del African Trader. (Fuente: Dramas de Refugiados, epistolario de R. Llopis edición de B. Vargas y F. Moreno)
Los mercantes británicos en la Guerra de España
Durante la guerra de España, ante los problemas que sufría el
tráfico de mercancías por mar y para evitar el desabastecimiento, se promovió una
flotilla de mercantes vinculados a pequeños armadores españoles y sobre todo a
armadores británicos, que estuvieron respaldados por la República. Estos
armadores fletaron sus barcos al gobierno español y también a comerciantes particulares,
llegando a hacer cabotaje español cuando se cerró el estrecho de Gibraltar.
Los mercantes que
protagonizaron gran parte del exilio en marzo de 1939 hacia el norte de África
pertenecían a estas compañías, como por ejemplo la Stanhope SS Co. propietaria del
Stanbrook, la MacAndrew SS Co, o la African & Continental
S.S. Co. Ltd, propietaria del African Trader.
En un ambiente bélico, con frecuentes bombardeos y actos de
piratería era muy arriesgado navegar, por lo que disminuyó el número global de mercantes. Para compensar esto, estas compañías para aprovechar fletes y seguros sobrecargaban los buques como
nunca antes habían hecho, llegándose así a aumentar el volumen global del tráfico
de mercancías, aunque navegaran menos cantidad de barcos.
Jack Willmeir (derecha.) hizo su fortuna comerciando durante la guerra de España.
Estas compañías en poco tiempo crecieron e hicieron un gran negocio al amparo de la
guerra. A modo de ejemplo citaremos la compañía Stanhope SS Co que pasó de tener 2 a tener 37
buques en sólo dos años. Para determinar qué proporción de barcos eran extranjeros, podemos tomar como ejemplo el movimiento de buques en
el puerto de Alicante. Si al empezar la guerra el 25,8 % de los barcos
eran extranjeros, en 1938 eran el 73,6 %.( *)
En ese desarrollo de las navieras británicas en tiempos de guerra tenemos también el caso de la compañía británica African & Continental S.S. Co. Ltd, que en 1937 compró
a la francesa Soc. Algérienne de
Navigation pour l´Afrique du Nord-Charles Schiaffino & Cie, el mercante SS
Laurent Schiaffino, que había pertenecido a la compañía gala desde 1925,
pasando a rebautizarse con el nombre de African Trader.
El protagonismo de estas navieras fue tan grande, tanto en el comercio durante tres años, como en el traslado de refugiados al final de la guerra, que en la dictadura se les prohibió comerciar en España. En cierta prensa conservadora francesa se acusaba sin rubor a estos mercantes de "ejercer la piratería", aunque no decían nada de las mercancías y armas que alemanes e italianos traían a España en plena guerra.
El protagonismo de estas navieras fue tan grande, tanto en el comercio durante tres años, como en el traslado de refugiados al final de la guerra, que en la dictadura se les prohibió comerciar en España. En cierta prensa conservadora francesa se acusaba sin rubor a estos mercantes de "ejercer la piratería", aunque no decían nada de las mercancías y armas que alemanes e italianos traían a España en plena guerra.
Como muestra de los riesgos en el tráfico de mercancías, reproducimos la noticia aparecida en el Abc de Madrid, en la que se da cuenta de que el African Trader sufrió el 29 de agosto de 1937 una serie de
desperfectos al alcanzarle una bomba cerca del puerto de Gijón. La fotografía de la cabecera de este blog está tomada en aguas de la isla de Re (Francia) mientras reparaban los daños.
En el reverso de la foto se recoge esta información redactada por la agencia norteamericana Acme.
Reparación del African Trader en aguas francesas
(*)( Comparación delos meses de agosto a diciembre de 1936 y el mismo periodo de 1938 en el Puerto de Alicante. Fuente:J. Miguel Santacreu, “Cambio económico y conflicto bélico”, a partir del SHEMA)
Otras fotos del African Trader cuando era el Scientist y Laurent Schiaffino
.
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The SS Scientist (1920-1925) |

The SS Scientist (en aquellos años la chimenea tenía pintada dos bandas blancas y algunas partes del casco estaba pintadas de blanco)
Con el nombre de Laurent Schiaffino en Argel (entre 1925-1937) y una “s” (marca de la naviera) pintada en la chimenea. A partir de 1937 pasa a manos de otra naviera y se rebautiza con el nombre de African Trader, y el casco y la chimenea son pintados totalmente en negro.
El African Trader también tuvo otros nombres y banderas.
La
historia de este barco mercante se remonta a 1908, hasta su hundimiento en la
II guerra mundial en 1943. A lo largo de sus 35 años de singladura cambió de
nombre, compañía y bandera varias veces:
SS Sargasso (1908-1920) RU, Scrutton, Sons & Co., London
SS Scientist (1920-1925) RU, Harrison T. & J. Ltd. - Charente S.S. Co., Liverpool
SS Laurent Schiaffino (1925-1937) Francia, Soc. Algérienne de Navigation pour l´Afrique du Nord
- Charles Schiaffino & Cie, Alger (Algiers)
SS African Trader (1937-1939) RU, African & Continental S.S. Co. Ltd. - Maurice Olivier, London
SS
Paolo Ship
(1939-1943) Italia, Szabados E., Venezia (Venice)
En un
ataque de los aliados se incendia y sufre daños en la costa de Cagliari el 28
de febrero de 1943, intentan arreglarlo pero finalmente se hunde el 11 de junio
de 1943.
Características del African Trader:
Construido por: Readhead John & Sons Ltd., South Shields
Readhead and Softley (1865~1872)
John Readhead & Co. (1872~1888)
Readhead & Sons (1888~1909)
John Readhead & Sons Ltd. (1909~)
purpose: transport
tipo: carge
propulsion: steam
date built: 1908
weight (tons): 4533 grt
dimensions : 109.5 x 14.5 x 4.7
m
material: steel
engine: 1 x 3 cyl.
triple expansion engine, 1 screw
power: 409 n.h.p.
speed: 10 knots
yard no.: 406
IMO/Off. no.: 125734
about the loss
cause lost: fire
other reasons: air raid
date lost: 11/06/1943
Esperando en el puerto de Orán (marzo de 1939)
Foto de un grupo de pasajeros en la cubierta del African Trader en el puerto de Orán, esperando que las autoridades francesas les dejen desembarcar.
Unos mil doscientos refugiados españoles estuvieron esperando unos cuarenta días encerrados en este carguero, al igual que varios miles más en otros barcos como el Stanbrook.
(imagen del Diario Información de Alicante)
Unos mil doscientos refugiados españoles estuvieron esperando unos cuarenta días encerrados en este carguero, al igual que varios miles más en otros barcos como el Stanbrook.
(imagen del Diario Información de Alicante)
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